Un viento mágico me despertó esta mañana,
risas de brujas juguetonas
empapándose de lluvia
llena de suplicios
resonaban por las paredes.
Brujas, con poderes de lluvia
domadoras del frío e
incitadoras de cercanías,
juegan con cada gota de agua.
Gotas de aullidos perdidos
en procesiones monótonas
de pecados no perdonados.
Hacen llover para lavar las penas,
para interrumpir al caminante,
salvar al solitario,
para juntar a los amantes.
Mágicas meigas
dominan los amaneceres
en Santiago.
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Bien bonito y novedoso, incluso divertido
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